miércoles, 1 de octubre de 2014

Una historia simpática del pasado...

Los que tuvimos la oportunidad de convivir con la presentación y posterior vida comercial del SEAT 1200 Sport, sabemos que este modelo nunca fue (ni en sus días) un coche frecuente entre el tráfico normal del día día. Quizás en eso recayese su principal encanto: era un modelo poco visto, pero sin llegar a ser 'raro' o 'exótico', lo cual le hacía no perder ese aura de exclusividad/novedad alejándolo de la etiqueta de 'producto común' y visto por doquier.

Retrocedamos ahora hasta 1989, una época en la que a pesar de que apenas habían pasado unos escasos 10 años desde el cese de fabricación de estos coches, habían caído en un envejecimiento y depreciación enormes, con una mala imagen tremenda, y en franca regresión en términos de unidades supervivientes en buen estado de conservación.

Una mañana de primavera de ese año (la fecha exacta, amén de desconocida, es irrelevante en esta historia) por ahí andaba yo tan feliz con mi querido SEAT 1200 Sport, dispuesto a dar una vuelta disfrutando con él, como tantos días. Por esas fechas mi coche estaba cutremente pintado de negro con una raya roja de adelante a atrás (hey, eran los '80, esa decoración estaba rabiosamente de moda entonces!!!). Yo mismo lo había pintado con pintura 'Titanlux' y una pistola eléctrica, yo por entonces aún estudiaba en la Universidad de Oviedo y el dinero que me ganaba como buenamente podía dando clases particulares en las escasas horas que tenía disponibles, no daban para más...



Pero volvamos a la escena y resolvamos la siguiente ecuación: Primeros de mes + Tiempo libre + Día soleado = Dinero fresco +  Momento propicio para practicar Hobby + Buena ocasión para conducir. O sea: Vamos a dar una vuelta con el 1200 Sport, y aprovechamos para comprar el número mensual de la revista 'Motor Clásico' (la única que se publicaba en España entonces relativa al mundo de los coches de colección.

Recuerdo que me propuse entonces hacer el trayecto Avilés-Oviedo por la carretera antigua, y, de paso, parar en el único (entonces) Centro Comercial que había en Asturias (PRYCA, 'PREcio Y CAlidad' ¿recordáis?) para comprar la mencionada revista. Dicho y hecho: al cabo de una media hora estacionaba yo mi negro SEAT 1200 Sport en el aparcamiento del Centro Comercial. Cabe añadir que en los años 80 los aparcamientos de los Centros Comerciales no estaban tan atestados como ahora, y, por lo general, solía haber muchos más espacios vacíos que hoy en día. Y, aunque mi querido 1200 Sport resultaba bastante cutre y macarra a la vista, yo le tenía gran aprecio y, por ello, solía practicar el 'estacionamiento defensivo' ya entonces, es decir: aparcarlo en una calle vacía o semivacía del centro comercial en donde no había coches a los lados que pudiesen rozar al mío al abrir puertas, pasar el carrito de la compra, etc etc.

Así las cosas, con mi coche 'bien' estacionado, me encaminé a la librería del centro comercial a comprar el número de ese mes de la revista 'Motor Clásico', la cual devoraba con fruición nada más tenerla entre mis manos y esperaba con anhelo el resto del mes a que saliese el siguiente número (ni más revistas, ni Internet, ni Facebook, ni rayos había entonces... no quedaba más remedio que contentarse con el contenido de una revista y esperar un mes completo hasta tener el número siguiente). Ese número concreto debía ser muy interesante (o bien yo tenía un síndrome de abstinencia bastante acusado) puesto que salí del centro comercial ojeando por encima los artículos y simplemente atisbé por el rabillo del ojo mi bocanegra negro matrícula Oviedo-K allí aparcado a unos metros. Me acerqué a él cual autómata, todavía con los ojos pasando en vuelo rasante por algún artículo de la Motor Clásico de ese mes, y casi en 'modo-automático' saqué la llave, la introduje casi sin mirar en la cerradura de la puerta del coche e inicié el giro de la misma para entrar en él, acomodarme y seguir leyendo más plácidamente. ¡Coño!, pero, ¿qué demonios pasa? - me pregunté. Intento girar la llave y no abre... ¡qué raro! Intento otra vez y nada, otra vez y tampoco... empìezo a mosquearme profundamente y cuando me fijo más detenidamente en el interior del coche descubro pasmado que... ese coche... ese bocanegra negro matrícula O-K... no es el mío, coño!!!!

Efectivamente, por puro azar habíamos coincidido en el aparcamiento mi 'verdadero' coche y ese otro, que también era negro, tenía una raya roja en el lateral (no tan acentuada como la mía, cierto era...) e igualmente tenía matrícula de Oviedo y letra 'K' de serie!!!!!  Y, puesto que yo estaba ensimismado en la revista, no me había fijado bien en el coche  y había dado por supuesto que se trataba del mío!!!!

Ignoro si en ese momento alguien se estuvo fijando en semejante escena, pero, de haber sido así, probablemente hubiese acabado pensando que yo tenía cierta patología mental, pues nada más darme cuenta del desaguisado comencé a reirme a pierna suelta...

Por aquél entonces no había cámaras digitales, ni 'smartphones' de última generación, ni nada parecido, pero sí existían lápices y papeles, y yo tomé buena nota de la matrícula de aquél coche. Ya entonces llevaba un registro de los pocos bocanegra que veía circulando o que encontraba en los desguaces. Esa unidad llevaba por placa O-0399-K.



Años después, en plena era digital, un buen amigo me pasó una foto de finales de los años 90 tomada en un rally de Regularidad de Clásicos en el que aparecía esta unidad, la HC-005756. Por lo que he podido saber, aún existe, si bien hace años que espera una restauración. Ignoro si segurá conservando ese color negro o estará pintado de otro color. Lo que sí es cierto es que me gustaría volver a coincidir con ella, aunque sólo sea para echarme otra vez unas risas a su vera, como en aquella mañana de 1988

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